"Eres el que sublevó al grito
y quebró lo fugaz de los instantes."
Diana Poblet
Eres tú la daga silenciosa
que tajea la masa informe
/robada de mi pecho.
Eres agua de luna y besos
el salitre y la herida danzando
/ vértigo que equilibra.
Quién cosió de cruces
/la piel que ya no era mía...
Quién fluyó a borbotones
dobló el brazo a la rutina.
El que tornó eterno el instante
el que supo a mar, a canela, a fuego.
El agridulce amante.
Cuesta trepar hasta la luz colgarse de las raices pisar en piedras húmedas hasta la superficie. Pero cuando salgo me entibias, me das alas, se hace ancho el mundo.
En esta noche tan sola, tan libre de gravedad, con tanto verano en la sangre, te recuerdo. Así, en el centro de la eternidad, en el centro de tu ojo donde la lágrima es cielo y es el círculo de una estrella y es todo y nada y la vida y el miedo. Es en esta noche donde Dios se esconde y lo busco. Lo encuentro y mi pregunta dice dónde estás, quién eres, dónde te vas cada vez que te pienso. Qué azar te llevó consigo. Cuál es tu mundo. Dónde vives. En esta noche tan sola, la sola te recuerda mientras un barco parte para siempre.
Con su ritual de acero sus grandes chimeneas sus sabios clandestinos su canto de sirenas sus cielos de neón sus ventas navideñas su culto de dios padre y de las charreteras con sus llaves del reino el norte es el que ordena
pero aquí abajo abajo el hambre disponible recurre al fruto amargo de lo que otros deciden mientras el tiempo pasa y pasan los desfiles y se hacen otras cosas que el norte no prohibe con su esperanza dura el sur también existe
con sus predicadores sus gases que envenenan su escuela de chicago sus dueños de la tierra con sus trapos de lujo y su pobre osamenta sus defensas gastadas sus gastos de defensa con sus gesta invasora el norte es el que ordena
pero aquí abajo abajo cada uno en su escondite hay hombres y mujeres que saben a qué asirse aprovechando el sol y también los eclipses apartando lo inútil y usando lo que sirve con su fe veterana el Sur también existe
con su corno francés y su academia sueca su salsa americana y sus llaves inglesas con todos su misiles y sus enciclopedias su guerra de galaxias y su saña opulenta con todos sus laureles el norte es el que ordena
pero aquí abajo abajo cerca de las raíces es donde la memoria ningún recuerdo omite y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible que todo el mundo sepa que el Sur también existe.
Es Noviembre y los jazmines han llegado a Buenos Aires, con un aroma dulzón van invadiendo las calles.
En cada esquina hay un niño que los vende porque sabe que toda mujer espera, que todo hombre regala, y es con muy pocas monedas, como se alegran las almas.
Hoy los chicos de la calle ya no mendigan, trabajan con ramitos de ilusión llevan pan para la casa y unos bolsillos alegres donde las monedas cantan.
Con el aroma dulzón se va embriagando la tarde y en cada mesa tendida un vaso con flores blancas nos dice que nadie olvida, que hay un regalo en el aire, que es Noviembre y los jazmines ya perfuman Buenos Aires.
Maestro fuego eres el rastro luminoso eres tierno manante cristalino eres fogata y relámpago andino eres el susurro telúrico del volcán Misti.
Maestro fuego, eres página sagrada y herida de la historia humana Eres la pluma resistente de los combates milenarios Eres la fuerza atrevida como la ola de Paracas como las aguas de Mantaro gestas y transformas el amanecer de los humildes Como las montañas de Apurímac Gallardo avanzas en tus luchas.
Maestro fuego, eres el rojizo choclo urubambino eres la papa harinosa andina desayuno combatiente de los humildes Enseñadme el vuelo de los picaflores y cernícalos para vencer al gavilán traicionero Enseñadme la melodía de la lluvia,
de los ríos y de los truenos para danzar en la última fiesta.
Maestro fuego, venenosos gases nos persiguen y persiguen mojad tu pañuelo de vicuña con las aguas del Amazonas para divisar el camino.
Mi corazón arrulla viejas canciones. Ronronea con ellas, se sumerge. Descubre.
Veo pasar a una niña con sus juegos a cuestas. Pasa un hombre cargado de años con historias por contar. Pasan jóvenes haciéndose arrumacos celebrándose el uno al otro. Pasa un albañil con su casco amarillo y sus manos ásperas. Pasa un estudiante enarbolando ideas levando sueños. Pasa una madre con su crío también con sueños en las manos. Pasa el cuidador de autos una banda de tambores un ciclista alguien, que por allá, cumple años pasa el oficinista, el legislador, un funcionario pasa una mujer levantando miradas una bandada de siriríes un perro vagabundo pasa el vendedor de cosas en ofertas pasa la luna y, en la autopistas, camiones el mendigo, la mujer que duerme en la avenida una prostituta los niños que aspiran para matar sus sueños pasa un colectivo paso yo entremedio de todos y me traspasan.
Ronronean viejas canciones en mi corazón. Se hacen nuevas. Y celebro.
Hasta aquí llegamos Ellos y Yo REMONTANDO SOLES, reconociéndonos en la palabra. Acostumbramos pasar algún tiempo sin vernos, por eso inauguré este café de silencios en el que siempre encontraré palabras abrazadas.