martes, 30 de agosto de 2011

Poema de Eduardo Dalter


Hermosura que te busco;
electricidad que es hermosura;

hermosura de una mano
en otra mano; de un cuerpo

en otro cuerpo; de una letra
que con otras es palabra;

palabra que te busca, me busca.
La oscuridad no es cosa nuestra.


EDUARDO DALTER


Versos de Pere Bessó


IV

No has de reverenciar las brasas. El fuego viejo todavía es fuego.



IV

No cal que reverencies les brases. El foc vell encara és foc.


PERE BESSÓ


viernes, 5 de agosto de 2011

Poema de Amelia Biagioni



Lluvia


Llueve porque te nombro y estoy triste,

porque ando tu silencio recorriendo,

y porque tanto mi esperanza insiste,

que deshojada en agua voy muriendo.


La lluvia es mi llamado que persiste

y que afuera te aguarda, padeciendo,

mientras por un camino que no existe

como una despedida estás viniendo.


La lluvia, fiel lamido, va a tu encuentro.

La lluvia, perro gris que reconoce

tu balada; la lluvia, mi recuerdo.


Iré a estrechar tu ausencia lluvia adentro,

a recibir tu olvido en largo roce:

Que mi sangre no sepa que te pierdo.



Amelia Biagioni
De: "Sonata de soledad"- 1954-

Poema de Long - Ohni




ELEGÍA PARA ERNESTO GOLDAR

Cae lluvia de muerte en Buenos Aires.
Quién sabe lloran ángeles
y mujeres perdidas
y niños desvalidos
que no saben su nombre pero advierten
que algún rayo de luz se ha congelado
en esta hora aciaga
en que Ernesto ha fugado
hacia el lecho marino de la muerte.

Mas dejó su sonrisa colgada de una encina,
su voz de fruto dulce prendido en los faroles,
su mano de mansedumbre, un temblor sobre el rostro
de todo aquel que anduvo a su costado.

Pero es inevitable:
Cae lluvia de muerte en Buenos Aires.
Nadie sabe en París ni en Estocolmo,
quizás nadie tampoco en Quitillipi
que la muy zorra muerte
se lo ha llevado con todos sus poemas
dormidos en el trazo, sobre la pura hoja
de un colegial cuaderno Rivadavia
tapa dura
y tierna la emoción y la mirada
que entre renglones camina Buenos Aires,
sus calles perfumadas de silbidos,
un corazón que esconde sus tristezas
tras árboles morosos y gorriones,
una pena tan dura y solitaria
como esas viejas calles de adoquines
que esconden la memoria de sus pasos.

Cae lluvia de muerte en Buenos Aires
y es julio acumulado en el silencio
del que ha callado y duerme
o se va, simplemente, sin despedida alguna
y a plomo como el día se coagulan
los llantos, los recuerdos
porque Ernesto está vivo y queda con nosotros
su voz de pajarito en desamparo.


Long - Ohni

jueves, 4 de agosto de 2011

Poema de Horacio C. Rossi



Los amigos...


Los amigos son una costumbre solar

la segura semilla de la flor del silencio,

el más que mejor rito de la cotidianía

la bendición perfecta por la que estamos vivos...


son la espuma del viento que celebro cantando

porque allí el transcurso del tiempo se florece

rindiendo su primicia de bienvenido abrazo
en riego imprescindible de certidumbre en mano.


los amigos son fieles aún cuando la ausencia

nos regala su turno de extrañamiento humano.

y aprendemos respeto paciente por los días

hasta que otra vez alguien nos convida a acercarnos.

se nos allega otro, con su nombre y con su historia,
y pactamos de nuevo convivir un nosotros.

y seguimos creciendo nuestro común destino

dentro un inmenso límite de lluvia entre los árboles...


¡Y qué bueno es juntar la lluvia y los amigos!

la bruma buena cuya lleganza es descansancio
como el mate aromando ante la compañía
de la absorta candela y las letras que besa la poesía...


los amigos nos dejan nombrados, sin olvido:
los de siempre, los nuevos, los a llegar mañana,

en franca y encendida fiesta honda y sincera

que nos nutre de puro milagro del misterio...


cuando el azul velero de la luz nos recoge

quedan siendo lo único que de verdad tuvimos...



Horacio. C. Rossi

Poema de Amelia Biagioni



ACORDE
OH infierno
te agradezco
la causa perdida
la tiniebla entre los dientes
las manos de humo
y esa espalda acosándome.
Te agradezco
el crepúsculo de piedra que no cesa.
Te agradezco
que existas cuando respiro.
Porque eres el recinto
donde encuentro,
retenidos por el ojo y el fuego
los nombres y las formas
de la dicha.

Oh cielo
te he buscado sin tregua sin miedo,
te he perseguido sin piedad,
universo tras universo
hasta en la piedra virgen,
en el feliz cuchillo
y en el cuervo azul
y al fin te hallé
aquí, en el pecho del vacío.
Eres la palabra asombrosa
la que sólo yo escucho
y nada más me deja oir,
la que suena y suena,y suena
y no fué ni será pronunciada.

AMELIA BIAGIONI

martes, 2 de agosto de 2011

Poema de Rubén Vela




EL CAZADOR

............................................................a César Isella

1
En la noche propicia
enciende el fuego.
Ponte el manto de guerra.
Súbete a un árbol
y acecha las palabras.
En la mano izquierda el trueno.
En la derecha, el rayo.


2
Con tu asombro más íntimo
purifica una piedra.
Arrójala a los aires.
Que descienda la piedra
con su manto de lluvia
hacia la tierra.

3
Prepara bien la flecha,
tensa el arco.
Apunta a ese silencio:
liberarás el trueno.
El trueno liberado
aún no es poesía.
Conviértelo en silencio.
Deja el arco y la flecha
y abandona la caza.
Si el silencio persiste
en el incesante trueno
habla por ese silencio,
aliméntate del trueno,
y sabrás el verdadero
nombre de las cosas.


RUBÉN VELA

lunes, 1 de agosto de 2011

Poema de Ernesto Goldar


RELEVO DE PRUEBA

Venimos de lejos, compañera, y siempre andamos cerca.

Hemos quedado repasando el techo de esta cocina clase
media,
alterada por el almuerzo de los domingos, cuando
rompemos la monotonía con algún fiambre
alemán, una lata de duraznos, helado del
congelador en el verano.

Venimos de lejos esquivando errores,
percibiendo el calor de las inhibiciones,
las reservas mentales,
la pila de palabras que irrevocablemente deben
transferirnos el relato de las trivialidades.

Son muchos los días, compañera, estirados sobre el
permiso de los años,
infinitos también los temas de conversación,
renovadas las motivaciones, los proyectos (tan pálidos los
míos)
que justifiquen levantar este horizonte de tiempo
sistemáticamente duplicado
por la forma de tu voz que tiembla
y el invento que sigo en la mañana para decirte un
invariable apelativo confortante.

No vamos a caer en los recuerdos porque a esta altura
está todo confundido,
menos en las preguntas indiciarias sobre si las cosas
volverían a darse,
aún en la interrogación precisa acerca de cuánto nos
queda todavía.

No hacer memoria entonces,
pensar en los días que se trasmiten como sensaciones,
en el tiempo que aguarda para darnos oportunidades,
conforme a la débil seguridad que otorgan las
palabras usadas siempre como privilegiada
comunicación de dioses.

No sé, compañera, si es amistad lo que se llama amor en
estos casos,
pero sí así fuese, amiga mía, nos faltan innumerables
paseos matinales,
ejercicios de idioma, libros a descubrir, una ventana
incierta que da al río,
alguna callecita para treparla lentamente de la mano
como escolares procelosos.

ERNESTO GOLDAR