Muerdo mis manos,
les chupo la sangre,
quiebro los huesos,
los astillo, los muelo...
- una vez enarbolamos
los pájaros ocultos-
Miro el esqueleto
de la tarde y la noche
agazapado en el espejo.
Que no queden rastros
de mis caricias
sobre su pecho rancio.
les chupo la sangre,
quiebro los huesos,
los astillo, los muelo...
- una vez enarbolamos
los pájaros ocultos-
Miro el esqueleto
de la tarde y la noche
agazapado en el espejo.
Que no queden rastros
de mis caricias
sobre su pecho rancio.
Daniela Piccione
1 comentario:
Porque
- una vez enarbolamos
los pájaros ocultos -
nos ha llegó este poema
con sabor a distancia.
Gracias Dana por dejar belleza.
abrazo,
d.
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