construcción del día (IV)
Es temprano
y esculpo una manzana
en la cocina.
La escasa luz
de invierno
empieza a filtrar
por la ventana
sus lentos pinceles.
La manzana
puede ser pez
magnolia
cerebro
granada
pero es el alba
y sería mejor
que el barrio
siga descansando.
Me como
la granada
antes
de que estalle.
sorpresa
A la noche
al terminar de comer
repasamos la mesa
queda todo limpio.
Por la mañana
siempre aparecen
miguitas
que no habíamos visto.
dao rojo fuego
Uno mira el cuadro
se conmueve, lo comenta
y dice: esta mujer es feliz
no pueden faltarle hombre,
mujer, vecinos, hijos
que la amen.
Uno mira el cuadro
y le dan ganas de llorar
por uno mismo.
Después nos enteramos
que la autora ha pasado
malos tiempos:
estuvo internada
toma barbitúricos
y nadie la cuida.
salón de té
Hay lágrimas que se secan
en el aire
y sonrisas que marcan
rictus de bronce.
El que mira
supone una pena fugaz
y la dura felicidad
de cada uno.
Ninguno acierta.
El que lloró
no sabe que soñaba
una escena del cine.
La que sonríe
dibujaba flores
con su dedo
en el mantel.
El que mira
buscaba motivos
para salir
de sí
mismo.
ensueño
De pronto la vi
a miles de kilómetros
doblada
con las rodillas
en sus pechos
gozada y gozosa
bella e inquieta
a miles de kilómetros
con un pañuelo
en la boca la vi
para que sus padres
no la escucharan
gemir.
perfil
El que mira percutir al hombre
su teclado
no sabe nada.
Ve los movimientos de los dedos
y los brazos
la espalda algo encorvada
anteojos que resbalan
por la pendiente de la nariz
algún sudor.
El que mira controla su reloj
y el tiempo pasa
igual que siempre
hasta un poco más lentamente.
El hombre que percute las teclas
no advierte la figura
que forma
ni le importan el sudor
o el cansancio.
Su tiempo no existe
en los términos corrientes.
El hombre que teclea sin cesar
no sabe nada más
que lo que hace
debe hacerse.
Y termina feliz su jornada
nunca satisfecho.
fabla viril
a María Teresa Andruetto
Pasolini me ha hecho leer y yo lo quiero
como al padre que nos señalaba la página perfecta
los canales venecianos y el capitel corintio
la belleza de la rama de glicinas
que cae sobre el muro y evocamos
una mañana neblinosa al ir a clase
sin saber la lección
las manos ateridas y los pies mudos
sobre las baldosas húmedas, desparejas.
Me hace leer Pasolini esa página
y yo le agradezco en silencio
acompañado por su sombra
y su mirada de padre que no quiso ser patrón
pero voló por olímpicas alturas.
Me contagia un ensalmo envolvente
para soportar el recuerdo
de aquellas mañanas impiadosas
y los atardeceres turbios
de regreso a la casa del amor arrinconado.
Y Pasolini no estaba todavía
para decirme: muchacho,
esto pasará, ya tendrás
tus horas de sueño y de vigilia ensoñada,
aguanta el invierno de la infancia,
yo te miro y a mi modo te cuido.
Y aunque no lo dijera aún
yo oía su voz en otras bocas,
en el aire adverso
se abría un canal amistoso
con el piano que me devolvía
una paz ignorada,
rescoldo que siento en mi pecho
tantos años después.
homo digitalis
...el cuerpo es el lugar de la soledad.
Cristina Peri Rossi
Experimenta con su cuerpo
las sospechas del mundo:
el deseo es una ley
que no puede cumplirse
bajo las prerrogativas
del amor.
De sal es el espejo
que se quiebra
ante la mirada
del deseante.
El deseado no existe
con forma humana
distinta del deseante.
El principio de identidad
anula el efecto de la acción
que no alcanza
el carácter transitivo
(el ego es una materia inflamable
que se consume
sin dejar rastros).
Desea el que no obra
para engendrar la peste.
Ya no desea
el que experimenta
con su cuerpo
la soledad del mundo.
El deseo es una ley
que no puede cumplirse
contra las prerrogativas
del amor.
la habana, 1958
Chucho Valdés le afinaba
el piano a mi abuela
cuando vivíamos en el malecón
y ella regenteaba un burdel.
Mi abuela le decía
negro buaié
y lo esperaba días y días
prendiéndole velas
al Santo de los Negros Afinadores.
Lo atendía con café y canela
mientras Chucho le afinaba
el instrumento.
Así aprendió a tocar
el piano.
Mi abuela creyó que era
un desperdicio
que negro tan lindo y hábil
sólo usara el clavijero
como parte de su trabajo
y no por puro placer.
Entonces le permitió
que deslizara sus dedos
por todo el encordado.
Era una maravilla
cómo sonaban las cuerdas
del piano de mi abuela
en las manos
de Chucho Valdés
practicando.
landscape
En la pintura
se ve una gris
casa de leños,
antigua y sólida,
en medio del bosque.
Parece confortable,
un edén posible
para hacer la vida
libre y volátil
de la imaginación,
siembras y cosechas,
amores y comidas.
De pronto, el cuadro
se abre ante nosotros,
nos devora
y dentro encontramos
moho, alimañas,
tabiques vencidos
y un acre olor
a leños húmedos.
Vive gente allí
que se recela
y duermen
con un ojo abierto
y la mano
en el hacha.
(de [teclados], el suri porfiado, 2010)
Raúl Orlando Artola vive en Viedma, Río Negro. Es periodista, narrador, poeta, docente y editor. Publicó en poesía: Antes que nada (1987), Aguas de socorro (1993), Croquis de un tatami (Premio Madres de Plaza de Mayo, 2002) y [teclados] (2010). En narrativa, El candidato y otros cuentos, premiado en el XXIII Encuentro de Escritores Patagónicos de Puerto Madryn, apareció en 2006.
Compiló Poesía/Río Negro - Antología Consultada y Comentada. Volumen I (Fondo Editorial Rionegrino, 2007), que reúne a 23 autores. El segundo volumen, que incluye a 21 poetas jóvenes, está en preparación.
Dirigió la revista-libro “El Camarote – Arte y cultura desde la Patagonia” entre 2004 y 2009.
5 comentarios:
La de Raúl Artola es una palabra cuidada, una palabra que casi nos mira, nos detiene y nos queda.
Sigue ahí, mirándonos, ahondando.
Con mi abrazo,
d.
Fascinante.
Aunque rara vez me impresiona una poesía, aquí hay varias que me emocionaron.
Fabuloso, y excelente la fotografia. Os felicito,
Marta
PD puedo copiar algunos para mi blog de News?
Claro que sí Marta, seguramente Raúl estará encantado con tu idea y merece estar ahí contigo, un pedacito. Con mi abrazo y gracias Martita.
Muchas gracias, señoras, por sus comentarios, elogiosos y cálidos. Hacía rato que no me sonrojaba in absentia, rapto que suele sobrevenir por pudor y gratitud.
Les mando mi sincero cariño, pródigas poleas de la poesía.
Raúl
Chau, románticos.
http://martazabaleta.blogspot.com/2011/05/poesia-de-raul-orlando-artola.html
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