El viento con su metal agudo
gruñe afuera, lejos, en otro lado.
No en la casa desde donde miro
la calle solitaria.
Silba su dolor de huesos,
de carne que se abre,
de llanto inexorable,
afuera,
ay... tan lejos,
que pareciera otro país,
otra ciudad distante.
Este país me duele en carne viva,
lastima, arde, desconsuela.
Todo lugar en el que se sufre
es otro lugar siempre inalcanzable.
Es otro lugar con otra bandera
por el que nada puede hacerse
sino rezar, firmar adhesiones,
ejercitar el yo-haría.
Este país, el mío, mi clara patria
está lleno de hombres desbrazados,
de mujeres partidas y sin risa,
de niños agujereados por el frío.
Por este frío que gruñe sus metales
aquí al lado mío, encima mío,
alrededor mío,
adentro mío.
© Gabriel Impaglione
gruñe afuera, lejos, en otro lado.
No en la casa desde donde miro
la calle solitaria.
Silba su dolor de huesos,
de carne que se abre,
de llanto inexorable,
afuera,
ay... tan lejos,
que pareciera otro país,
otra ciudad distante.
Este país me duele en carne viva,
lastima, arde, desconsuela.
Todo lugar en el que se sufre
es otro lugar siempre inalcanzable.
Es otro lugar con otra bandera
por el que nada puede hacerse
sino rezar, firmar adhesiones,
ejercitar el yo-haría.
Este país, el mío, mi clara patria
está lleno de hombres desbrazados,
de mujeres partidas y sin risa,
de niños agujereados por el frío.
Por este frío que gruñe sus metales
aquí al lado mío, encima mío,
alrededor mío,
adentro mío.
© Gabriel Impaglione
1 comentario:
Gracias por hacernos sentir ese dolor Gabriel. Por hacérnoslo propio y que no podamos olvidar que aún tenemos esa asignatura pendiente.
Muy buen escrito, lo has dicho, has gritado y quedó doliendo.
abrazo,
d.
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