A fuego lento, la palabra
Que no muera la pasión del ocaso
como quien se desangra,
que se repueble de luces
en los ojos del viento,
en el murmullo de un mar asustado.
A fuego lento, la palabra,
el corazón brotando en las manos.
Casi creyendo.
Subir hacia la nada
sólo por el placer del vuelo,
sólo por la ingenuidad de tejer un nido.
Que no se muera la pasión del día
ni se fundan las sombras
en la única noche que calla las voces.
Nadie puede silenciar los versos de amor
que brotan, cuando la antorcha del deseo
deja un cuerpo temblando.
© Gabriela Delgado
3 comentarios:
Lily, gracias por ingresar con esta pintura fantástica, un trabajo que excede lo artístico y parece hablarnos y evadirse de su naturaleza de modo surrealista para llegar hasta nosotros.
Muy bello Muente,
ahí va mi abrazo,
d.
Gabriela un poema delicado para rescatar la palabra, a fuego lento retenerla, liberarla en ese momento poético adonde se espantaron todos los silencios.
abrazo,
d.
"...cuando la antorcha del deseo
deja un cuerpo temblando."
Bello final climático de poema. Y deliciosa paradoja erótica, pues que un cuerpo, sí, tiemble de deseo, a condición que la antorcha sólo sea en su mismiedad metafórica...
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